sábado, 7 de diciembre de 2019

Imprescindible // Incondicional

Sé que has tenido un mal día.
También sé que quieres cerrar las cortinas y los ojos.
Decirle al mundo que eres un chico triste y que te gustan las canciones rompe corazones a medianoche. Que te mueres porque alguien venga a morderte los miedos y se los dé de comer al perro.
Que la mayor hazaña que has logrado a día de hoy es haberte aceptado. Y que eso cuenta mucho. Cuenta la historia detrás de las mil noches que pasaste con insomnio y que te quedaste esperando lo impredecible que, por cierto, nunca sucedió.
Te has demolido noche tras noche y a la mañana siguiente te has reconstruido hasta la sonrisa.
Eres fuerte.
Un guerrero que tiene más batallas perdidas que ganadas, pero eso es lo bonito de cuando vas a encontrar el amor de tu vida:
contarle que esa única batalla que has ganado ha vencido a todas las que has perdido. Y que luego tu sonrisa te delate. Y que luego ella te abrace, pero ya no esperando que aquel abrazo te sane, porque tú misma lo has hecho con tus fuerzas.
Lo esencial es verte desnudo y abrazar tus propias cicatrices, lamer los precipicios en los que te has encarcelado, besar la mano que te ha cortado las alas, recoger el puñal que te han clavado.
Y si un concepto lleva anclado a la `piel es incondicional.
Incondicional, como el pájaro que regresa a su nido y enseña a los polluelos a volar más alto que él.
Incondicional, como aquel solitario que vaga perdido por las calles en busca del amigo  que fue su rehabilitación.
Incondicional, como el amor que se tiene a uno mismo.
No vuela tan alto.
Ni naufraga tan profundo.

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