lunes, 13 de marzo de 2017

La muerte

Todos sabemos que tarde o temprano vamos a morir, que sí, que llegará el día de nuestra partida, pero antes nos llevaremos todos esos recuerdos vividos; ya sea las risas, las personas que hicieron que todo fuera posible, los inviernos, las sonrisas tímidas, el amor imposible, esos abrazos que nos hicieron estremecer, los viajes a nunca jamás, las miradas que nos mataban de refilón, las manos que nos llevaron a conocer todo este mundo sin ni siquiera movernos del mismo sitio.

Hoy vengo a decirte a ti, sí a ti, persona la cual está leyendo este mensaje insignificante, que lo más posible es que mañana ni te acuerdes de mi o ni siquiera estarás, pero hoy tienes pulmones los cuales te permiten respirar, unas preciosas piernas que te dirigen a ese futuro incierto, una voz, madre mía que voz... la cual marca territorio aunque estés perdida, unas manos que pueden escribir la querida libertad.        

Hay gente que es el túnel, y otras son la luz al fina de ese túnel, siempre, pero siempre hay que disfrutar y prestar atención a cada paso que damos, porque volver atrás, correr hacia lo irreversible, es una utopía.
La peor de todas.

La vida, a veces, es un pequeño momento, qué digo, es hasta un pequeño instante, un sentir, un lamentar, un ligero escalofrío; porque no se mide por tiempo, sino por intensidad.
Cuánto te hace sentir lo que sientes hoy.

Las cicatrices siempre aunque no quieras estarán, por ello despreocúpate por lo que no tiene remedio y preocúpate por lo que todavía tiene solución.
No todo en la vida es llorar, lamentarse y sentirse miserable, también es compartir lo que tienes miedo de escasear, enseñar a otros a levantarse, darle un mano a quien sólo ve puñales, un abrazo alentador al enfermo, un aquí estoy porque al día de mañana no sé dónde estaré, y te quiero porque no tengo forma de ser.

Que sí, el mundo es feo, infernal, pero es donde nos tocó enfrentarlo queramos o no en muchas ocasiones, así que por muy duro que sea, enfréntate y lucha aquí y ahora.
Ponte las armaduras y quítate las corazas, vamos a luchar, pero lucharemos sintiendo fuera de los límites establecidos.
Rebalsaremos el vaso medio lleno, medio vacío; vaciaremos el mar en el desierto, pondremos las estrellas en su lugar: dentro, para que no seamos solamente oscuridad.
Seremos huracanes para todos aquellos que pretenden ser dolor sentimental.

martes, 7 de marzo de 2017

Hachís

Hachís

Conozco drogas con mucha menos capacidad de adicción de tus abrazos de tres simples letras, ven.
Ven, que tengo el corazón y la cama sin hacer.
Que a veces la vida me cuesta trabajo y no me pagan por ella; que quiero poder decirte prosas, abriendo las piernas más que la boca.

Vísteme despacio, que tengo prisa por volver a desnudarte.
Sálvame la vida, pero déjame morirme de amor si apareces sin paraguas, cerca.
Córrete un poco hacia la izquierda y hazme un pequeño hueco, que yo ya me he corrido hacia tus manos sin ni siquiera permiso, sin educación.

Déjame cubrirte las espaldas con mi querido ombligo, déjame partirle la cara B a la vida, déjame consolarte, consolarme, consolarnos, simplemente déjame consolidarte en arte.

                                         

Déjame no ser si no hago, déjame hacer aunque no sea, déjame ser suelo si por casualidad te caes y cielo si logras tocarlo, y claramente las nubes si te llueve, tabla si te ahogas y obviamente humo si ya no ríes. Déjame hacerlo mal para sentirme bien, déjame que sienta y siéntate que tengo algo que contarte.

     Déjame, pero sobre todo, no me dejes.