lunes, 30 de marzo de 2020

Te sigo escribiendo

Te sigo escribiendo.
Luchan en mi interior dos fuerzas.
Una ríe a carcajadas, exclamando que soy patética.
La otra susurra, casi en silencio,
que es un buen momento para soltarte.
Algunas veces es por odio.
Otras por aflicción.
Y es que duele, el cuerpo y la mente se fatigan.
La mayor parte del tiempo es por amor,
después,
intento razonar, pero soy demasiado testaruda.
La primera voz es fuerte, aunque,
no presto atención, ya me conoces.
Te sigo escribiendo, en la cama, en la habitación,
en la antesala, en mis viajes, y hoy, antes de verle.
El problema no es la métrica, ni el contenido.
El problema soy yo, mi mente, mis pensamientos,
mis sentimientos.
Te sigo escribiendo, pues parece que te conozco más a ti,
que a mí.
Te describo como sueños, como magia, como vida.
Sé que no volverás a leerme.
En realidad eso ya no importa.
No significa que aún te amo.
Es una forma de dejarte ir, porque sé
que con cada hoja que se desprende,
más me desvanezco.
Permanecerás sólo en las letras y seré libre.
Suena patético, pero funciona.
Te conozco tanto, que sigo escribiendo a la persona que fuiste,
aunque en ésta descripción tuya,
no haya espacio para decir la verdad.



miércoles, 18 de marzo de 2020

Extraño

Aunque no lo diga, aunque no lo haga notar, aunque no quiero que lo sepas; te extraño.
Extraño el sonido de tu voz en todas y cada una de sus facetas; desde tu voz ronca y sexy cuando enfermabas hasta tu voz media dormida a las 7 am.
Extraño cuando era de madrugada y me contabas las inseguridades que te hacían sentir vulnerable y yo con gusto las abrazaba, cuando algo te apasionaba tanto que me lo contabas emocionado y yo te escuchaba, encantada de ti.
Extraño cuando coincidíamos en todo lo que decíamos o pensábamos y sólo nos reíamos, extraño hacerte reír, porque no hay mejor sonido que el de tu sonrisa.
Extraño preguntarte "qué tal te fue el día", si comiste bien, si tuviste algún percance, si algo nuevo te pasó, si hay algo de lo que deberíamos reírnos o si vamos a debatir sobre algún tema.
Extraño los maratones de miradas furtivas, las largas conversaciones de madrugada, los besos robados y el sexo desenfrenado.
Extraño ser empalagosa, decirte todo lo cursi que se me ocurre y recordarte que te quiero, que te quise y que supuse que cambiarías.
Te extraño a ti, y a la persona que me hacías sentir mientras estaba contigo.