lunes, 30 de octubre de 2017

Indestructiblemente tú

Si necesitas llorar, llora.
No retengas todo ese océano dentro.
Respira profundo y encuentra en el fondo las razones por las que intentar seguir salir de Roma .
No todos merecen ser recuerdos, algunos merecen ser algo más que fantasmas que el tiempo barre a su ritmo y se los lleva al rincón empolvado del universo.
Quiero dedicar estas palabras a aquellos seres que no encuentran su lugar en el mundo, que ni siquiera un abrazo logra sacudirles la nieve, el frío y la soledad que llevan en el borde de su vida.
Quiero decirte que en el momento en que te paras frente a la ventana a mirar la lejanía, alguien al otro lado del mundo, también piensa que eres hermoso.
Hermoso a tu medida, complexión y sonrisa.

No eres del todo oscuridad,como la luna no es todo el tiempo luz.
A veces se oculta, no queda rastro de dónde estuvo las noches anteriores, ¿dónde está? ¿en quién piensa cuando el cielo la echa de menos?
Incluso en los malos días, sale el sol.
Así que no te detenga, sigue el ritmo de las cosas que carecen de sentido, construye un hogar en el hoyuelo de la sonrisa que te compone los días.

Sé velocidad, peligro y salvación, pero no te mueras jamás mientras la canción siga de fondo.

Me pregunto cuántas veces tuve que huir de un funeral, cuántas veces me venció el dolor cuando estaba en una lucha inmortal conmigo mismo, cuántas veces el atardecer me sonrió a distancia mientras yo no dejaba de contemplar en el desastre en que fui feliz, cuántas veces tuve que tirar la misma piedra para que tropezara una misma persona en mi camino y que, a raíz de ello, surgieron destellos de luz; cuántas veces tuve que soltar una mano para quererme, porque, de lo contrario, aferrarme hubiese sido ser consciente de las apuñaladas.

Hoy veo en retrospectiva y me doy cuenta de que muchas personas nunca estuvieron, que se limitaron a seguir mi baile, pero jamás bailaron conmigo, solo me miraron desde la banca de corazones rotos.
Pobres de aquellos, me digo a mí misma, pues permanecieron para no hacerme daño y terminaron sangrando a través de mis heridas.

Agradecer a todos aquellos que vieron incendiarme mientras otros dormía, a aquellos que me vieron sangrar mientras otros dormían, a aquellos que abrazaron cada parte descompuesta para encontrarle un sentido, una forma y un motivo para sonreír mientras otros dormían.

Si necesitas reír, ríe.
Que importa si te hicieron daño en el pasado, ahora aquel es un lugar muerto del que no puede florecer  ninguna cosa.
Ríe como un loco, como un demente que que ha encontrado el secreto para ser feliz,, como un irreversible maniaco que busca con urgencia viajar por el mundo y descubrir nuevas experiencias.

Sal, corre desnudo a media noche, desviste los remordimientos y odios, pero no te pongas triste por personas que sabes que no puedes cambiar .

Es tu libro, tu historia, tus personajes, tus puntos, tus comas, tus páginas.
Eres tú quién escribe.
Y yo sinceramente te recomiendo que escribas una historia que nunca nadie pueda pasar a la pantalla grande porque es demasiado.

Demasiado real e indestructiblemente tú.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Hablemos

Hablemos de la vez que pusiste estrellas al cielo y el mar supo rimar la profundidad de sus aguas con los años luz de su universo.
De cuando sonreías y me olvidaba hasta de mi nombre.
De cuando querías comerte el mundo teniendo las ganas tiradas por el mismísimo suelo.
De la poesía de tus miradas puestos en un amanecer, que digo, de 400 amaneceres.
De los kilómetros de miedo que hay entre dos que se aman y no se dicen a la cara cuanto se echan de menos.
De cuando el mundo vio por primera vez la felicidad personificada, o cuando escuchó por primera vez una risa, o cuando dos se tomaron de la mano.
De las veces que te has caído y te has quedado tumbado, en silencio, mirando el cielo, soñando algún día tocarlo, conquistarlo, nadar fuera de sus límites.
De cuando los sueños se hacen realidad.y te sonríen desde el otro lado de la calle.
De cuando le dices adiós a alguien a quien juraste no decirle jamás hasta nunca.
De las lágrimas en medio de un beso.
De cuando eres el primero en pedir perdón, aunque tu hayas sido la herida.
De las sonrisas en medio de la tormenta.
De los aciertos cuando teníamos la probabilidad en contra.
De las veces en que miraste el cielo buscando ese rostro que se había marchitado con el tiempo.
De los "quédate" que te hacen estremecer el alma y te hacen tantas fracturas como curas en los huesos.
De las llamadas de madrugada que sirven para desahogarte y reflexionar sobre lo que quieres en tu vida y lo que sobra en ella.
De los suicidio sentimentales, de los suicidas que sólo buscaron un abrazo y al no encontrar uno, donde se sintieran como en su propia casa, saltaron sin pensarlo dos veces.
De los raya divisoria que hay entre hacerlo y quedarte donde mismo estás.
De las oportunidades que pierdes y que después, con los años, te das cuenta de que le error hubiese sido cogerlas.
De los días grises en los que alguien te hace reír hasta la médula.
De los trenes que pierdes por quedarte un poquito más a su lado.
De los finales y de los comienzos.
De los puntos finales y de las nuevas historias.
Hablemos de cada punto, de cada coma y de cada espacio de nuestra historia.


viernes, 13 de octubre de 2017

x

Qué bonito es amarse, sin excusas ni pretextos.
Abrazando la calamidad del otro, aferrándose a su mal tiempo.
Soportando la tormenta a su lado, bailando desde la mala hierba que crece en su caja torácica.
Viviendo una vida sin principios ni moral, prejuicios ni ataduras que rompan lo que les unió desde el principio.
Quedarse hasta la madrugada entre conversaciones profundas y de las que tocaron fondo.
Hay ciertas cosas y ciertas personas que pasan cada " x tiempo" como se suele decir.
Puedes pasarte la vida esperándolas por mucho y, de repente, aparecen de la noche a la mañana para salvarte de una vida de soledades descompuestas.
Atarse de corazón y de tiempo completo.
Decirse con la mirada lo que aún el lector no ha leído en su libro favorito, lo que aún la poesía no ha hecho con las musas.

Encarcelarse con la mirada.

A veces pasa que, cuando no estás buscando las cosas, no es que no lleguen, sino que esperan por ti en algún rincón de esta soledad infinita de miradas perdidas y voces rotas.
Quiérete y después, quiérele.
Sonreír de madrugada por encontrar sus mensajes... y créeme no es lo que escribe sino quien lo manda quien te compone la vida.
Se quiere de un día para otro, a veces es una mirada quien lo delata; otras veces la sonrisa, el temblar de las piernas, la voz nerviosa cuando se acerca demasiado.

Se quiere de un día para otro pero os aseguro que no se olvida tan fácilmente.
No se te olvidan sus manías cerrando los ojos y fingiendo que nunca lo conociste.
En un parpadeo no puedes olvidar como te hizo sentir, de las veces que te hizo sentir la cima de su mundo.
El amor es una libertad preciosa, son mariposas revoloteando, una montaña en la que haces alpinismo y alguien te sostiene en la caída.
Pero también es una cárcel de miradas, de sonrisas, de sentimientos, es una celda en la que escribes sobre alguien que pasa cada milenio.

viernes, 6 de octubre de 2017

Un desconocido

Extraños.
Eso somos.
Un mundo tan grande.
Un infinito tan pequeño.
Personas que son un mundo.
Otras que lo encuentran cuando alguien los toma de la mano.
Cuando las besan.
Cuando les hace temblar hasta lo que tenía seguro que no bailaba.
Los vemos pasar a diario, a cada segundo, a cada palpitar.
Nos enamoramos de algunos, odiamos en cambio a otros simplemente a primera vista.
Nos entristecemos al saber que jamás los volveremos a ver.
Nos hacen suspirar.
Extraños, como lo desconocido, pero con la posibilidad de ser conocidos.
De aferrarse.
De soltarlos y dejarlos ir.
De darles una oportunidad de abrirles el pecho y quedarse expuestos a la vulnerabilidad.
Un par de miradas bastan para saber a quién vas a echar de menos en el momento que mires a otro lado.
Ves pasar al posible amor de tu vida al lado del amor de su vida.
Y lo peor es que no has cruzado palabra ni tropiezo, canción ni verso.
Sólo un par de domingos en los que, sentados en el parque, levantas la mirada y le ves feliz.
Otras veces triste.
Desconocidos o descosidos, porque no sabes si están realmente luchando ahora mismo contra la guerra de su vida.
Desconocidos que te traen tanta en paz de tanta guerra, que te traen el desierto ante semejante tormenta a la que te enfrentas, que te llena los ojos de ilusión y la boca de silencios.
Unos te traen; otros te llevan.
Se desvanecen en un pestañeo, en un respiro, en una distracción.
Que lazo más fuerte el que se crea entre los dos extremos de un río cuando deciden crear un puente.
No le abras la puerta a un desconocido.
Perdón, ya la he abierto un millón de veces y no me arrepiento de haberlo hecho, independientemente de los portazos de después.