viernes, 29 de diciembre de 2017

Imperfecta

Soy tan imperfecta que lloro una película triste, que escucho un canción en inglés, intento cantarla y hago que parezca un idioma desconocido, de esos extinguidos como el Tagish.
Tan torpe que me caigo en el sitio más tonto, una y otra vez... Que se me olvida el paraguas justo el mismo día que empieza a llover, incluso tanto que cuando llevo dinero encima voy y lo pierdo.

Tan inmadura que en esos momentos inoportunos me da el ataque de risa incontrolable.
Tan tonta que me enfado cuando no tengo ni un solo motivo específico, que grito tanto que me quedo sin un hilo de voz, que cuando quiero a alguien por mi puto orgullo soy capaz de dejar que se aleje de mí.

Tan estúpida que si tú me miras fija e intensamente yo te aparto enseguida la mirada, que cuando algo va mal, voy yo y mis poderes y lo empeoro, que sin quererlo me meto en conversaciones que ni me van ni me vienen.
Tan absurda que nunca encuentro las llaves porque las he dejado en el bolso del día anterior, que cuanto más sueño tengo, más me quedo mirando hacia las estrellas para pedirles esos deseos imposibles pensando en ti.

Pero, ¿sabes qué? me encanta ser así, me encanta ser una imperfectamente loca, distraída, con mil y un defectos.

Y todo eso, son solo algunos de mis tantas imperfecciones, y aunque nunca se los admito a nadie, sé de sobra que los tengo, e intento mejorarlos, mientras que otras personas solo los ignoran y niegan los suyos para parecer perfectos, cuando en realidad no lo son.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Mi cielo

He vuelto a enamorarme del rutina.
Del vicio que lleva entre comillas tu nombre.
Esto me parece ya un cuento de demonios que nunca encontraron su lugar en el infierno, porque nadie le pregunta a quien ha querido si a quien ha lastimado ha lanzado, no la primera piedra, pero sí la primera granada.

Que lo detonó todo.

Perdóname, ya sabes que por las noches me vuelvo nostálgico y echo de menos todas las cosas que he perdido a lo largo de mi vida y seguramente todas aquellas que me quedan por perder.
Hablo sobre todo de personas, momentos indecisivos, lugares, de sensaciones o sentimientos que me obligaba a erradicar...
Porque también se pierden instantes.
Como todo lo que comienza, también, algún día, te deja los folios en blancos y rotos en mil pedazos.
Me encuentro escribiéndote en el punto donde me dejaste por última vez.
Pues a quien quiero engañar diciendo que te he superado, que ya eres parte de mi pasado.

Edifícame.
Rompe mis miedos.
Mis vasos.
Mis estrellas.
Mi luna.
Pero solo te pido que no me rompas a mí.
Pues sabes que de eso: de cuando alguien a quien quieres hasta gastar hasta la última fuerza, tu último aliento, te decepciona hasta tal punto que tus tímpanos se rompen al escuchar todos los portazos al unísono contra ti.

Ven. Tengo miedo.
Haz de esta cobarde, la mayor valiente que ha visto el mundo arde. Resurgir desde el llanto más terrible y doloroso de escuchar.
Rasgúñame la vida, pero cicatriza de una vez por todas.
Estoy cansada.
Cansada de ver cómo pasa el tiempo y tú no vienes a mí.
Cansada de siempre tocarte a la puerta y encontrarme con un gran ramo de excusas.
Cansada de tumbarme mirando hacia el techo, imaginando todas y cada una de las historias que podríamos haber contado a los demás.

Ojalá algún día, cielo,vuelvas a lloverme.
Y yo salga a bailar.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Besos suicidas

Besarte, besarte poniendo en mis labios el sabor amargo del dicho suicida, de ese incomprensible, de eso que estalla en un momento inoportuno dentro de ti y no te deja dormir, comer o hasta el simple hecho de vivir.
Besarte con los ojos cerrados, para una mayor sensación, levantando la pierna, por una mayor emoción y echándome a volar.
Besarte entregándote todos y cada uno de mis pedacitos, en un contacto de labios que no dure más de cinco segundos, pues no me hacen falta más.
Los huracanes destrozan todo a su paso, y yo solo quería destrozarte esas dudas tuyas.
Eso es a lo que yo llamo: "El beso del suicida" del que nunca se sabe si saldrás vivo por ser o no correspondido.
Donde la muerte no nos da miedo, pero enfrentarnos un día más a nosotros mismo se nos vuelve una tumba y cripta.
Eso es el beso del suicida, del que todos sabemos que hay un noventa y nueve por ciento de probabilidades de acabar dañado, pero que por un uno por ciento saltamos hasta el mismísimo infierno.
Ese puto uno por ciento que no nos deja dormir en paz y nos vuelve locos y a la vez nos vuelve risueños.
Te doy mi consejo: No mueras sin haberte atrevido a dar el paso, los puentes siempre está ahí esperando a sus suicidas, pero los besos... los besos cogen trenes y desaparecen sin apenas darnos cuenta.