sábado, 30 de septiembre de 2017

Recuerdos evocados

Te quise, y hablo en pasado, tus besos eran balas, y yo una suicida en busca de lo tóxico, de lo dañino.
A las cadenas que me ataban a ti, les cosí alas para que se llevaran todo el peso que me dejaste, aunque este maldito hueco no pueda llenarlo ni siquiera sustituirlo.
Hay vacíos que nunca se llenarán, así como también hay amores destructivos que los recuerdas y, de pronto, tu mundo se vuelve añicos en un simple instante.
Ojalá fuera tuyo mi recuerdo, y mío tu olvido.
Que me recordaras hasta querer quemarme y que te olvidara hasta que te doliera mi ausencia. Que recordaras las veces en las que te seguí queriendo cuando en mis manos llevo las balas que detuve cuando fuiste revólver.
Me arrastraste a ti, teniendo sonrisa como huracán, dejé que las cosas siguieran su curso: en este caso, predecible. El huracán siempre, pero siempre. hace muchísimo daño.
Me hiciste tiritar de frío, mientras yo te hacía temblar ante mi carta de despedida, en la que te escribía lo profundo que me habías calado, y que a pesar de ello, te seguí pensando semanas después.
Ojalá no me duela más tu recuerdo, para así ser libre, soltarte la mano, soltarme del fantasma que quedó arraigado en mi piel.
Todo termina mal, uno en lágrimas y quien se va, el único que puede detenerlas.