lunes, 8 de abril de 2019

Llámame

Te pido disculpas por irme sin mirar atrás, por no contestar tus mensajes y decirte lo mucho que te extraño.
Llámame cobarde si eso te hace sentir bien, ódiame si quieres, puedo vivir con eso.
Llevamos tanto tiempo conociéndonos que me parece increíble que no te hayas dado cuenta.
Desde el primer día traté de cuidarte de la mejor manera posible, siempre fui la fuerte para ti.
Mis brazos siempre estaban abiertos para recibirte después de un día malo o simplemente cuando necesitabas un poco más de amor.
Siempre fui tu salvavidas para que no te ahogaras, se que pude ser dura e incluso hiriente pero jamás con intenciones de lastimarte.
Te pido disculpas por dejarte, pero no podía más, ¿cómo no notaste que a chica frente a ti se estaba derrumbando?
Moría cada día un poco más frente a tus ojos, pero dejé todo mi dolor para apoyarte, para reconstruirte poco a poco.
Al final del día, el dolor me carcomía el alma, me ahogo, me destruyo por completo y tu ni cuenta te diste.
Mi mayor temor era la soledad, ahora después de un corazón roto y miles de decepciones me di cuenta de algo, siempre lo estuve.
Un día tomé la decisión de alejarme por completo, (esperando que alguien me extrañara o me buscara) pero, ¿adivina qué? nadie lo hizo, tú no lo hiciste.
Me cansé de rogar por un poco de atención, me cansé de tener que esperar mi turno para llorar.
Aprendí por las malas, a amar mi propia compañía, aprendí a no temerle al silencio, arreglarme por mí misma y no esperar nada de nadie. Aprendí que en esta vida solamente me tengo a mí.
He perdido mucha gente en el camino, incluso te perdí a ti.
Llámame egoísta, pero ahora entiendo que si no cuido de mí, nadie más lo hará. No puedo vivir esperanzada de que algún día llegara mi hada madrina  o algún príncipe.
Solo me tuve a mí para salvarme, siempre me tuve  mí.