miércoles, 12 de diciembre de 2018

I hate my mind

No quiero que alguien más borre las huellas que te has dejado por mi cuerpo.
Que ya te has ido y que no volverás y lo entiendo.
Lo entiendo perfectamente, amor.
Aunque quizás ya no quieras que te diga amor.
O siquiera que te llame.
Que tratas de olvidarme y me alcanzan los murmullos que pronuncias a medianoche, maldiciendo el haberme conocido.
Y comprendo que toda la culpa ha sido mía desde un principio.
Pero eso no quita la sensación de olvido que me aqueja entre las piernas y el abismo dentro de mis entrañas embadurnada de recuerdos.
Qué te pueden contar los secretos en mis pestañas que no sepas ya, que me hubiera gustado amarnos en silencio una vez más, que me sé de memoria cada uno de tus gemidos como para olvidarte así de fugaz.
Que mi cabello extraña tu fuerte soporte por la espalda y que hay doscientas veintidós razones para no escribirte, para que el "te extraño" que tengo en la garganta no salga de mi paladar.
Que siempre te he nombrado tarde, pero discurres a llegar temprano, que apuestas todo para no recibir nada a cambio, que tus ojos quieren ser invierno cuando yo te ruego que no me dejes en esta maldita primavera, que el agua corre por mis venas mientras que el hielo crece entre nosotros.
Te pedí que no me leyeras nunca más, pero una parte muy oculta dentro de mí, ruega que leas cada una de mis letras y que te den ganas de regresar.
De regresar a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario