lunes, 4 de diciembre de 2017

Besos suicidas

Besarte, besarte poniendo en mis labios el sabor amargo del dicho suicida, de ese incomprensible, de eso que estalla en un momento inoportuno dentro de ti y no te deja dormir, comer o hasta el simple hecho de vivir.
Besarte con los ojos cerrados, para una mayor sensación, levantando la pierna, por una mayor emoción y echándome a volar.
Besarte entregándote todos y cada uno de mis pedacitos, en un contacto de labios que no dure más de cinco segundos, pues no me hacen falta más.
Los huracanes destrozan todo a su paso, y yo solo quería destrozarte esas dudas tuyas.
Eso es a lo que yo llamo: "El beso del suicida" del que nunca se sabe si saldrás vivo por ser o no correspondido.
Donde la muerte no nos da miedo, pero enfrentarnos un día más a nosotros mismo se nos vuelve una tumba y cripta.
Eso es el beso del suicida, del que todos sabemos que hay un noventa y nueve por ciento de probabilidades de acabar dañado, pero que por un uno por ciento saltamos hasta el mismísimo infierno.
Ese puto uno por ciento que no nos deja dormir en paz y nos vuelve locos y a la vez nos vuelve risueños.
Te doy mi consejo: No mueras sin haberte atrevido a dar el paso, los puentes siempre está ahí esperando a sus suicidas, pero los besos... los besos cogen trenes y desaparecen sin apenas darnos cuenta.

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