viernes, 1 de abril de 2016

Soplar

Me he visto al espejo y me he acordado de alguien a quien solía conocer. Ya sabes, lo que es olvidar lo que uno es u olvidar lo que uno fue. Y no darse cuenta de que va cambiando y al final mirarse de frente y no reconocerse nunca más.
Supongo que la vida está basada en muchas cosas que uno no acaba entendiendo al final del día, y toca irse a la cama intentando apagar esas vagas ideas que se nos cruzan por la cabeza.
A veces es más difícil no pensar en ello, pero el problema es que quien nos lo dice no nos ha dicho el secreto o la táctica para dejar de darle demasiadas vueltas al mundo Porque estoy mareada, y es una pena que nadie se detenga si quiera a apreciar mi derrumbe.

Porque lo bonito sería encontrar a alguien que nos detenga el mundo aunque nunca deje de girar. Encontrarle. Como se encuentran las cosas por accidente y terminan siendo una razón de ser. Darle besos en la frente, decirle que es la cima a la que llamamos mundo y no destrozarlo, como solemos hacer. Abrazarlo tan fuerte que no quiera moverse ni un centímetro. Y decirte que lo que he buscado toda mi vida, es lo que tú piensas que no tienes, pero está más cerca de lo que crees.

Que quizá algún día te encuentre y no sepa hacer otra cosa que dejar de poder verte, porque te has convertido en mi atardecer, amanecer hasta canción favorita. Y que desaparezcan mis miedos de que en algún amanecer me dejes la cama fría y las ganas ardiendo en la chimenea.
Si algún día vienes a mí, ya sea como tornado, tormenta o huracán y te dé por pensar que me harás daño, yo te diré que es mejor hacerse daño con la persona que amas que hacerse añicos con quien se desprecia.
Es abril y todas las velas lo saben. Y he decidido soplarlas todas de una vez para ver si así te cumples de una vez.

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